En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Lectura del evangelio de San Juan
Narrador: En aquel tiempo, En aquel tiempo Jesús echó a andar delante, subiendo hacia Jerusalén. Al acercarse a Betfagé y Betania, junto al monte llamado de los Olivos, mandó a dos discípulos diciéndoles:
Jesús: -Id a la aldea de enfrente: al entrar encontraréis un borrico atado, que nadie ha montado todavía. Desatadlo y traerlo. Y si alguien os pregunta: ¿por qué lo desatáis?, contestadle: el Señor lo necesita.
Narrador: Ellos fueron y lo encontraron como les había dicho. Mientras desataban al borrico los dueños le preguntaron:
Todos: —¿Por qué desatáis al borrico?
Narrador: Ellos contestaron:
La fila de la ventana: —El Señor lo necesita.
Narrador: Se lo llevaron a Jesús, lo aparejaron con sus mantos, y le ayudaron a montar. Según iba avanzando la gente alfombraba el camino con los mantos. Y cuando se acercaba ya la bajada del monte de los Olivos, la masa de los discípulos, entusiasmados, se pusieron a alabar a Dios a gritos por todos los milagros que habían visto, diciendo:
Discípulos: -¡Bendito el que viene como rey, en nombre del Señor! Paz en el cielo y gloria en lo alto.
La fila de la ventana: Algunos fariseos de entre la gente le dijeron:
Todos: —Maestro, reprende a tus discípulos.
Narrador: Él replicó:
Jesús: -Os digo, que si éstos callan, gritarán las piedras.
Recitamos juntos:
Jesús: cuando entraste en Jerusalén, te aclamaron y te aplaudieron.
Es posible que algunos ni se enteraran de lo acontecido aquellos días.
Yo no sé lo que hubiera hecho entonces, seguramente como todos:
andaría con mis cosas y no habría pensado
en la Buena Noticia que venías a darnos.
Pero hoy no me puedo callar.
Sé que has transformado la vida de muchos,
que has devuelto la esperanza a los que la habían perdido.
Por eso ahora me toca darte las gracias por estar a nuestro lado,
a mi lado, aunque a veces se me olvide.
Que este Domingo de Ramos y todos los domingos
cante “Hosanna”, “¡viva Jesús!”, con toda alegría.
Que el Jueves Santo celebre la Cena contigo, sienta ganas
de servir a todos y te agradezca el regalo de la Eucaristía.
Que el Viernes Santo te acompañe en tu muerte, al pie de la cruz.
Y que el Sábado Santo resucite contigo, me sienta feliz de seguirte,
de ser tu testigo y de saber que tu vas siempre conmigo.
Jesús, que no te abandone en esta Semana Santa,
que no te abandone a ti que das tu vida por mí.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo ...