Un Lector:
Un pequeño clan de pastores nómadas sale de su tierra y se pone en camino en busca de pastos, tierra, agua...
Años después, el pueblo nacido de ese pequeño
clan, reconoció en el origen de aquella salida la voz misma de Dios, su palabra
de nuevo creadora, que establecía con ellos un diálogo de amor y una relación
de posesión mutua.
Otro lector:
Lectura del Libro del Génesis:
“Yahvé dijo a Abraham: Sal de tu tierra, de tu patria
y de la casa de tu padre a la tierra que yo te mostraré. De ti haré una nación
grande y te bendeciré. Engrandeceré tu nombre; y sé tú una bendición. Bendeciré
a quienes te bendigan y maldeciré a quienes te maldigan. Por ti se bendecirán
todos los linajes de la tierra.
Somos permanentes caminantes, siempre en marcha. La vida cambia y nos cambia, se mueve y nos mueve. Nuestra biografía está jalonada de cambios que nos obligan a “salir” de lo conocido y abrirnos a la novedad.
Nacemos siempre por un movimiento de salida y cuando Dios quiere recrearnos, nos llama a salir. Así, cada “salida” vivida como respuesta a la iniciativa de Dios, puede ser un nuevo nacimiento (a veces doloroso) que nos va haciendo alcanzar más plenamente nuestro ser libre de hijas/os de Dios y hermanos/as de los demás.
a ¿Hay alguna novedad que aparece en mi vida y me
desconcierta? ¿Qué “intemperies” temo? ¿Cuáles son mis resistencias?
Recitamos juntos:
La historia de este clan y de este pueblo es
parábola de nuestra vida que nos dice que alcanzar la plenitud de vida que Dios
nos ofrece y que deseamos tiene mucho que ver con ponerse en camino, salir,
abandonar seguridades y fiarse.
Marchó,
pues, Abraham como se lo había dicho Yahvé, y con él marchó Lot. Tenía Abran
setenta y cinco años cuando salió de Jarán. Tomó Abraham a Saray, su mujer, a
Lot, hijo de su hermano, con toda la hacienda que habían logrado y el personal
que habían adquirido en Jarán y salieron para dirigirse a Canaán”
Palabra de Dios.
Reflexión:Somos permanentes caminantes, siempre en marcha. La vida cambia y nos cambia, se mueve y nos mueve. Nuestra biografía está jalonada de cambios que nos obligan a “salir” de lo conocido y abrirnos a la novedad.
Nacemos siempre por un movimiento de salida y cuando Dios quiere recrearnos, nos llama a salir. Así, cada “salida” vivida como respuesta a la iniciativa de Dios, puede ser un nuevo nacimiento (a veces doloroso) que nos va haciendo alcanzar más plenamente nuestro ser libre de hijas/os de Dios y hermanos/as de los demás.
(Meditación
breve en silencio)
a ¿Reconozco hoy en mi vida la iniciativa de Dios que me
invita a “salir” y a dejarme conducir por caminos de mayor libertad y
confianza?
Recitamos juntos:
Caminar es crecer y
superarse.
Caminar en presencia del Señor es sentir su
cercanía,
dejarse guiar por sus deseos,
dejarse envolver por su ternura.
Caminar hacia el país de la vida es luchar contra
la muerte,
defendiendo la justicia y sembrando esperanza.
Pero ¿dónde está, Señor, el país de la vida?
¿Dónde se encuentra la morada del amor?
Porque muchas veces me repito:
“¡Cuántas cadenas me atan! ¡Cuántas tristezas y
desencantos!
Rompe, Señor, mis cadenas y libérame de mis apegos.
Dime cuál es el país de la vida y llévame tú de la
mano.
Y me dejaré guiar, y cantaré tus alabanzas.
Bendito seas, Señor, que rompiste mis cadenas.
Bendito seas, Señor, que me llenas de vida,
que me conduces al país de la vida.
Tú eres la tierra de la dicha,
el país de la libertad, el reino del amor.
Bendito seas, Señor, mi camino, mi vida y mi
alegría.
Caminaré en presencia del Señor en el país de la
vida.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo ...