Reflexión:
La felicidad no es la alegría superficial, sino el caminar humildemente en busca de la verdad, de la mano de la justicia y con las armas de la paz. Y eso, la mayoría de las ocasiones no es fácil. Pero produce una plenitud interior, una sensación de paz, al estar obrando según la voluntad de Dios, que es la felicidad profunda de todos los seres humanos. María gozaba de una sensación de felicidad, serenidad y ánimo, que la acompañó siempre.
Dichosa tú, María, que has creído y fortalecido tu fe y tu esperanza, a pesar de todas las dificultades que has encontrado en tu camino.
Nos gustaría que al final de nuestros días dijeran de nosotros:. "Ha sido un hombre, una mujer feliz, ha desprendido y comunicado siempre una profunda felicidad".
Recitamos juntos:
María, tú nos has enseñado
que el servicio y la donación
a los demás, gratuitamente,
produce un gozo interior
que no se puede pagar con nada.
Por tu vida de profunda entrega,
has sido ensalzada por todas
las generaciones de creyentes
que intentamos seguir a Jesús,
acompañados por tu cariño maternal.
Ayúdanos a compartir lo que somos y tenemos
con un amor desinteresado,
como tu lo hiciste siempre. Amén
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo ...