Recitamos dos filas juntas cada estrofa, alternandonos:
Benditos los pies de quien,
en lucha por la vida,
encuentra tiempo de ir
por los caminos del mundo,
entrar en las casas y acercarse
a las personas para anunciarles
que Cristo vive y es nuestra esperanza
Benditos los pies de las personas
que se olvidan y salen de sí mismas
para consolar y ayudar
a quien está enfermo y solo,
a quien sufre.
Benditos los pies de quiencomparte su pan con el hambriento,
se solidariza con el pobre, es testigo
de la justicia y de la misericordia.
Benditos los pies de quien busca
la profecía de una palabra
que ilumine la historia humana,
de quien construye
hermandad y amistad
en medio de prejuicios y exclusiones.
busca a la persona
allí donde es humillada y pisoteada,
de quien descubre y protege la vida
donde se sufre violencia y muerte.
encarna la novedad del Reino,
de quien sabe provocar y esperar,
perseverar y sufrir
para introducir lo eterno
en la historia humana.
Pide al Espíritu que te regale entrañas de misericordia para hacer presente el sueño de Jesús: mostrar el amor del Padre.
Presenta al Señor las grandes pobrezas de la tierra, mientras dices: “Aquí estoy para ayudar”.