30 de abril de 2015

DIOS ES AMOR


Hacemos  espacio a Dios para que Él pueda entrar en nuestro corazón y hablarnos en este momento. Con la serenidad de sentirnos a su lado, empezamos nuestra oración.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
Un día más nos ponemos en la presencia de Dios y le pedimos que nos ayude a descubrir su Palabra en nuestro mundo, que, como nosotros, también está necesitado de amor.
El amor de Dios, lejos de ser algo etéreo, inmaterial, es algo que se palpa día a día. Todos hemos experimentado lo que significa ser amados en algún momento: ¿quién no ha sentido que sus padres se entregan a él incondicionalmente? ¡Eso es amor! ¿Quién no se siente en determinados momentos acogido por un compañero o compañera cuando más lo necesita? ¡Eso es amor!
Dios va dejando en nuestra vida signos de amor, de su amor, para poco a poco descubrirle.
Si miramos a nuestro alrededor podremos observar, sí, ciertamente, muchas miserias. Pero también mucha belleza. Me atrevería a decir… ¡un auténtico derroche de belleza! La misma creación, la naturaleza, la grandeza del universo, inabarcable, las personas que tenemos cerca… todos ellos son como las “pequeñas sucursales” del amor de Dios. Un amor que, si es acogido, va transformando, desde dentro, nuestra vida. Dios es amor, y amor que transforma la vida de aquellos que le descubren.
Nosotros queremos decir a Jesús que cuente con nosotros para poner en este mundo un poco más de amor, lo hacemos recitando juntos:


JESÚS no tiene manos,
tiene sólo nuestras manos
para construir un mundo nuevo
donde haya mas fraternidad y justicia.

JESÚS no tiene pies,
tiene sólo nuestros pies,
para poner en marcha a los derrotados
por el camino de la libertad.

JESÚS no tiene labios,
cuenta tan sólo con nuestros labios
para anunciar a los hombres
la buena noticia de la salvación.

JESÚS no tiene recursos,
cuenta tan sólo con nuestro trabajo
para lograr que todos los hombres
vivan como hermanos.

JESÚS, aquí tienes mis manos, mis pies,
mis labios, mi trabajo, mi sonrisa,
mi tiempo, mi ilusión, mi vida.

¡Aquí estoy Señor!
¡Iré contigo!