Nos preparamos:
Haz un momento de silencio.
Ponte en una postura cómoda y respira hondo para estar en paz por dentro.
Un niño misionero reza y siempre
dice ¡GRACIAS!
Madre nuestra, madre de todos los
niños del mundo. Yo
soy uno de ellos. Te pido por los
demás.
Tú, que los quieres mucho, haz que
tengan lo que necesitan.
GRACIAS
por mis padres, por mis profesores, porque puedo
jugar,
porque estoy sano.
GRACIAS por las personas estupendas:
¡por los misioneros!