En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Lector 1
El próximo domingo celebramos el día de la Infancia Misionera. Escuchamos la historia de un misionero:
Mi infancia fue una infancia feliz. Yo era un niño de buen corazón y aplicado en el colegio, me gustaban los escenarios, sobre todo el teatro y el ilusionismo, y me atraía lo artístico, pero también desde muy niño, me atraía ser sacerdote. Tanto es así que una vez, a mis 12 años, que en clase preguntaron qué queríamos ser de mayores yo dije “sacerdote”, y desde entonces los compañeros me pusieron el apodo de “el semi”, alusión a “seminarista”, que a mí no me molestó, porque me lo decían sin malicia y no abusaron del apodo. Pero no olvidé mis gustos artísticos, aprendí algunos trucos de ilusionismo y hoy sigo siendo un poco “mago”, capaz de hacer algunos milagritos con una baraja u otros objetos en las manos.
Hoy soy misionero en la selva peruana en Puerto Maldonado, donde los hermanos maristas tenemos un internado para 30 chicos y chicas indígenas o de zonas donde no pueden estudiar secundaria, porque no la hay en sus poblados o
les queda tan lejos que no pueden ir. Como sus familias no tienen dinero para que sus hijos puedan vivir en la ciudad e ir al colegio, nosotros les acogemos, les cuidamos, les ayudamos en sus tareas escolares (que les cuestan muchísimo), y les enseñamos las cosas de nuestra cultura, procurando que no pierdan la suya: sus tradiciones, su idioma y su amor a la selva. También les invitamos a conocer a Jesús y, si quieren, les preparamos con las catequesis para recibir los sacramentos. Para mí es lo más próximo a “hacer de papá” que me ha tocado vivir; estos adolescentes me han robado el corazón y me siento también muy querido por ellos.
les queda tan lejos que no pueden ir. Como sus familias no tienen dinero para que sus hijos puedan vivir en la ciudad e ir al colegio, nosotros les acogemos, les cuidamos, les ayudamos en sus tareas escolares (que les cuestan muchísimo), y les enseñamos las cosas de nuestra cultura, procurando que no pierdan la suya: sus tradiciones, su idioma y su amor a la selva. También les invitamos a conocer a Jesús y, si quieren, les preparamos con las catequesis para recibir los sacramentos. Para mí es lo más próximo a “hacer de papá” que me ha tocado vivir; estos adolescentes me han robado el corazón y me siento también muy querido por ellos.
Nunca soñé con ir a misiones. Seguramente lo soñó Jesús para mí. Sí soñaba con que la educación llegase a los pueblos más remotos, y en este sentido veo que van cumpliéndose mis sueños. Y soñaba con conocer personas maravillosas, y las he descubierto dentro del más puro anonimato y en la entrega a las labores más humildes; algunas de ellas son compañeros de comunidad. En mí se ha dado aquello de que los caminos del Señor no son los de los hombres.
Reflexión:
¿A qué te llama hoy a ti Jesús?
Entre la Infancia y el ser adulto, hay un camino que recorrer. Piensa en la señales que hoy piensas vas a colocar en tu camino.
Norma de vida: A partir de hoy, no pases de largo ante las señales que Jesús va poniendo en tu camino ...
Mira a lo lejos, no sólo para recrearlo, sino para llegar a alcanzarlo.
Pedimos a Jesús nos dejemos acompañar por él en nuestro camino de la vida. Decimos juntos: Padre nuestro que estás en el cielo .....
María, reina de los misioneros RUEGA POR NOSOTROS.