Si observas, a las personas a las que llamamos “buenas personas”
son personas:
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Que necesitan pocas cosas y las cosas no son su centro;
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Que no van por la vida quejándose de todo; aman su vida;
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Que no viven para sí, sino que están abiertas a los otros; tanto
es así que llegamos a decir que “no piensan en sí”, sino en los demás;
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Que no pasan la vida chismorreando de los otros…
Convertirse no es ser
como tal persona. Convertirse es ser tú: tú, con tu originalidad, con tu
personalidad, con todo eso que puedes ser, si de verdad te decides a serlo. Los
modelos que tenemos delante no son para compararnos, son para animarnos a ser
como ellos se animaron a ser.
Recuerda que lo que Dios
quiere de ti es que seas tú mismo. Te quiere en toda la originalidad que eres.
Sin añadidos, sin imitaciones.
Apaga
los ruidos de tu corazón
Y
escucha los gritos de Dios:
Quejas
de los hombres que piden un poco de amor.
¡Entra
en sintonía!
Dios
emite sin interrupción.
Recitamos juntos: Padre nuestro que estás en el
cielo ….
Gloria al Padre, al Hijo ...