Escuchamos
la Palabra de Dios:
También les dijo: “El Reino de Dios
es como un hombre que echa una semilla en la tierra. Lo mismo si está dormido
como si está despierto, sí es de noche como si es de día, la semilla sin que él
sepa cómo, germina y crece. La tierra por sí misma da el fruto:
primero la
hierba, luego la espiga, después el grano gordo en la espiga. Y cuando el fruto
está maduro, el hombre echa la hoz porque es el tiempo de la cosecha.
Reflexión:
Cada día que amanece es una
oportunidad que Dios te da para empezar de nuevo. La vida, tu vida, es como esa
semilla que va creciendo sin que apenas lo percibas.
Aprovecha este día como si fuera el
único que vas a vivir: mira la vida con ojos nuevos, ve el lado bueno de las
cosas, disfruta de la amistad, de la compañía de aquellos a quienes amas y sé
feliz.
Al final del día, pon todo en manos
de Dios con la confianza que da el saber que te ama inmensamente, así como
eres.
Recitamos
juntos:
Señor: Me
cuesta comenzar el día,
porque sé que es una nueva tarea,
un nuevo compromiso, un nuevo esfuerzo.
porque sé que es una nueva tarea,
un nuevo compromiso, un nuevo esfuerzo.
Ayúdame a
comenzarlo con entusiasmo,
con alegría, con ilusión nueva.
Sé que estás a mi lado:
en mi familia
en mis amigos,
en las cosas, en mi propia persona.
con alegría, con ilusión nueva.
Sé que estás a mi lado:
en mi familia
en mis amigos,
en las cosas, en mi propia persona.
Gracias
por sembrar paz, solidaridad,
amor, entre mis hermanos.
Y sé, Señor, que esta tarea
la comienzan cada mañana
muchos hermanos míos
de cualquier punto de la tierra;
y eso me alienta y empuja.
amor, entre mis hermanos.
Y sé, Señor, que esta tarea
la comienzan cada mañana
muchos hermanos míos
de cualquier punto de la tierra;
y eso me alienta y empuja.
También
te pido por ellos,
y con ellos te digo: ¡Buenos días, Señor!
y con ellos te digo: ¡Buenos días, Señor!