4 de mayo de 2014

PROCLAMA MI ALMA LA GRANDEZA DEL SEÑOR

En el nombre del Padre del Hijo del Espíritu Santo. Amén
Reflexión:
El Evangelio según San Lucas nos dice que, cuando el ángel anunció a María el misterio de la Encarnación, le dijo también que su pariente Isabel había concebido un hijo en su vejez, y ya estaba de seis meses aquella a quien llamaban estéril. Poco después, María se fue con prontitud a la región montañosa, a una ciudad de Judá, seis kilómetros al oeste de Jerusalén y a tres o cuatro días de viaje desde Nazaret. Llegada a su destino, entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: «¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. ¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá».
El saludo profético y la bienaventuranza de Isabel despertaron en María un eco, cuya expresión exterior es el himno que pronunció a continuación, el Magníficat, canto de alabanza a Dios por el favor que le había concedido a ella y, por medio de ella, a todo Israel. María, en efecto, dijo: «Proclama mi alma la grandeza del Señor... porque ha mirado la humillación de su esclava... Auxilia a Israel, su siervo, ... y su descendencia por siempre».
El evangelista San Lucas no nos ha dejado más detalles de la visita de la Virgen a su prima Isabel, simplemente añade que María permaneció con ella unos tres meses, y se volvió a su casa de Nazaret.
Recitamos:


Todos:    DAME, TUS SENTIMIENTOS, MARIA
La fila de la ventana:
Para que mi fe, sea más fuerte que mis pensamientos
Para que mis dudas, no se impongan a la fe
Para que mi fuerza, no se resista a la invitación de Dios

Todos:   DAME, TUS SENTIMIENTOS, MARIA
La segunda fila: 
Para que no me conforme con los mínimos
Para que no me embargue el pesimismo
Para que, lejos de decir "no" siempre diga "sí"

Todos:  DAME, TUS SENTIMIENTOS, MARIA
La tercera fila:
Para que, la alegría, me anime en el seguimiento a Jesús
Para que, la esperanza, me ayude a seguir hacia adelante
Para que, la gratitud, sea consecuencia de dejarme llevar por Dios
¿Cómo lo hiciste, María?
¿Cómo pudo más Dios que la debilidad para responderle?
¿Cómo venció el ángel y no tus dudas?
Sólo, María, la fe y la esperanza
te hicieron dejar, en segundo plano,
los sentimientos de temor o de temblor
que asomaron en un primer momento.
Dios te salve María, llena eres de gracia ...
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo ...