Lector, el Profesor:
Uno de los consejos que los profesores solemos dar es que nunca os quedéis con ninguna duda; que si en la explicación de clase hay algo que no entendáis, que preguntéis al profesor. ¿No es cierto?
Lector 1:
“Un hombre vivía en Turquía y oyó hablar de un gran sabio que moraba en Persia y que poseía el secreto de la sabiduría.
Sin pensárselo dos veces, el hombre vendió todas sus cosas, se despidió de su familia y se marchó en busca de aquel sabio.
Después de años viajando, consiguió llegar a la cabaña donde vivía el gran maestro. Se acercó a él lleno de respeto y le dijo:
- Vengo desde Turquía hasta aquí para hacerte una pregunta.
- Bien. Puedes hacer sólo una pregunta.
- Tengo que ser muy claro en lo que voy a preguntar. ¿Puedo hacerlo en turco?
- Puedes –dijo el sabio-. Y ya he respondido a tu única pregunta. Cualquier otra cosa que desees saber, pregunta a tu corazón; no hace falta viajar tanto para saber que ése es el mejor consejero que existe.
- Y cerró la puerta “.
Si miramos en nuestro corazón, a nuestra conciencia, seguro que encontraremos respuestas a muchas de las cuestiones que nos plantee la vida.
Jesús miró en su corazón en los momentos más cruciales de su vida y se encontró con la palabra del Padre. Haz tú lo mismo.
El evangelio que se lee hoy en la misa acaba así: "... Jesús se retiró otra vez a lo alto del monte, para estar sólo".
Recitamos:
Pater noster, qui es in cælis, sanctificetur nomen tuum; venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo ...
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo ...