21 de abril de 2020

JESÚS RESUCITADO, BUEN PASTOR

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Continuamos en tiempo de Pascua; son los cincuenta días de celebración del gran acontecimiento de la Resurrección… Ese acontecimiento que se “sale” de la historia fundamenta toda nuestra fe cristiana. Es Jesús resucitado el que fortalece nuestras vidas como lo hizo con la de los primeros cristianos.  
Comprobamos que la Resurrección está muy presente en la vida de la persona cuando vive esta desde lo que llamamos los frutos de la Resurrección. Las personas consagradas quieren vivir desde esta perspectiva.


Algunos de estos frutos son:
Alegría. Nadie nos la podrá quitar. Disipa todas las penas y nos hace testigos de alegría.
Paz, que llena todo nuestro interior y se manifiesta en la manera de actuar.
Fuerza, que nos hace ver la vida con optimismo, supera todas las dificultades y quita todos los miedos.
Presencia amorosa. Ya nadie debe sentirse solo. Jesús Resucitado está con nosotros.
Vida abundante y para siempre. Estamos llamados a la resurrección, a la vida definitiva con Jesús.
(tiempo para la reflexión y el silencio)

Estos frutos me alegraría mucho si todos lográramos recibirlos... Si los vives en tu vida de cada día, estarás celebrando una Pascua viva. Porque no basta creer que Cristo resucitó, sino que te hace participar de la fuerza de su resurrección. 

Pidamos al Señor que seamos testigos de estos frutos de la Resurrección. Y pidámosle también en esta semana en la que celebramos la Jornada de oración por las vocaciones consagradas, que crezca en número "nuestra congregación":

Recitamos dos filas cada estrofa:  
Señor Jesús, Buen pastor, 
que diste la vida por todos, 
fijaste tu mirada en la oveja perdida 
y elegiste colaboradores 
para la extensión de tu reino. 
Sigue mirando y llamando hoy 
a niños y jóvenes para que, 
dispuestos a escucharte, 
                               sigan tu voz.

Danos nuevas vocaciones que 
se consagren a ti en el Instituto Calasancio 
y hagan presente tu mensaje de Amor 
en nuestro mundo. 
Por mediación de María, Divina Pastora, y 
 de san Faustino Míguez, 
te confiamos nuestra vida y oración. 
Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. 
Amén.