Lector 1:
Cuentan que, en cierta ocasión, llegó un misionero a un pueblo indígena. Los habitantes del pueblo recibieron al misionero con grandes atenciones y se dispusieron a escucharlo.
Lector 2:
-Vengo a traerles una Buena Nueva, la noticia de un Dios Padre, que nos quiere a todos y desea que vivamos como auténticos hermanos, sirviéndonos y ayudándonos unos a otros. ¿Van a aceptar la noticia que les traigo y a recibir en sus corazones a ese Dios Padre que nos ama a todos como verdaderos hijos?
Lector 1:
Calló el misionero y los indígenas permanecían en silencio.
Lector 2:
-¿Lo aceptan o no lo aceptan?- insistió desconcertado el misionero.
Lector 1:
Al rato, se alzó serena la voz del cacique diciendo:
-Quédate a vivir con nosotros unos días y si en verdad vives lo que quieres enseñarnos, entonces volveremos a escucharte.
Lector 3:
Estas semanas de Pascua estamos intentando vivir la Resurrección de Jesús. Es una realidad que te puede llevar a coger con ganas tu vida, a valorarte tal como eres, a vivir con mucha esperanza… porque Dios está contigo. Me gustaría decirte, al acabar la semana, que esto se tiene que notar. Debemos cambiar el derrotismo, la cara de vinagre, la mala baba que muchas veces tenemos; por la alegría, la amistad sincera y el compromiso con los demás.
Lector 1:
Todos los días de la semana, es ocasión para vivir en clave de Resurrección: no te hagas daño a ti mismo, no se lo hagas a los demás.
Enséñanos Tú Señor a vivir en clave de Pascua:
Todos:
Todos:
Padre nuestro que estás en el cielo santificado sea tu nombre....
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo ...