En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
La afirmación del Papa, “La tierra nos precede y nos ha sido dada. Cada uno tenemos el deber de protegerla y de garantizar la continuidad para las generaciones futuras”, proceden de la experiencia religiosa recogida en el libro de los Salmos.
Recitamos juntos el Salmo 148, en el que se nos invita a que todas las criaturas alabemos a Dios creador
Alabad al Señor en el cielo,
alabad al Señor en lo alto.
Alabadlo, todos sus ángeles;
alabadlo, todos sus ejércitos.
Alabadlo, sol y luna;
alabadlo, estrellas lucientes.
Alabadlo, espacios celestes
y aguas que cuelgan en el cielo.
Alaben el nombre del Señor,
porque él lo mandó, y existieron.
Alabad al Señor en la tierra,
cetáceos y abismos del mar,
rayos, granizo, nieve y bruma,
viento huracanado que cumple sus órdenes,
montes y todas las sierras,
árboles frutales y cedros,
fieras y animales domésticos,
reptiles y pájaros que vuelan.
Reyes y pueblos del orbe,
príncipes y jefes del mundo,
los jóvenes y también las doncellas,
los viejos junto con los niños,
alaben el nombre del Señor,
el único nombre sublime.
Reflexión:
Con mi vida, ¿cómo puedo yo alabar a Dios?
¿Cómo es el trato que yo me hago a mi mismo?
Tomo conciencia de la expresión del mural: "la Tierra es un préstamo que tengo que devolver a las generaciones futuras"
Que actitudes tengo que cambiar en mi, para devolver lo prestado en las mismas condiciones que lo he recibido; para no estropear esta Tierra que habito.
Recitamos: Dios te salve María, llena eres de gracia ...
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo ...